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Ejercicio y Nutrición para Personas con Cáncer: Recomendaciones Basadas en Evidencia Científica

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¿Es seguro hacer ejercicio durante el tratamiento del cáncer? ¿Qué tipo de nutrición puede mejorar realmente los resultados clínicos?.

Organismos como la Clinical Oncology Society of Australia y JAMA Oncology coinciden en que el ejercicio y la nutrición para personas con cáncer no solo es seguro, sino fundamental para mejorar la tolerancia al tratamiento y aumentar la supervivencia.

Por otra parte, una revisión de Lenders et al. (2020), publicada en Nutrition and Cancer demostró que el ejercicio y nutrición en personas con cáncer mejora la masa muscular, reduce la fatiga y protege frente a efectos secundarios, incluso en casos avanzados.

Además, bajo supervisión profesional, los programas de ejercicio tienen tasas de adherencia superiores al 80 % y una incidencia extremadamente baja de efectos adversos.

A su vez, la nutrición adecuada previene la desnutrición presente en hasta el 60 % de los pacientes con cáncer y fortalece la inmunidad.

Este artículo ofrece una síntesis actualizada y basada en evidencia de las mejores prácticas de ejercicio y nutrición para personas con cáncer.

Evidencia y Beneficios del Ejercicio y Nutrición en Personas con Cáncer

Un metaanálisis publicado por Patel et al. (2023) en JAMA Oncology, que incluyó más de 9000 pacientes con cáncer, mostró que el ejercicio regular reduce la fatiga, mejora la capacidad funcional y disminuye el riesgo de mortalidad por todas las causas. Asimismo, una revisión sistemática liderada por Cormie et al. (2017) para la Clinical Oncology Society of Australia concluyó que el ejercicio debe ser considerado parte esencial del tratamiento oncológico, adaptado a cada paciente.

En cuanto a la alimentación, numerosos estudios, incluyendo la revisión de Lenders et al. (2020), publicada en Nutrition and Cancer, destaca que una dieta equilibrada, con un adecuado aporte de proteínas y micronutrientes, es fundamental para conservar la masa muscular, mantener la funcionalidad y potenciar la respuesta inmune durante el tratamiento.

Por otra parte, un ejemplo destacado es el metaanálisis publicado en British Journal of Sports Medicine (2024), que analizó los efectos de distintas intervenciones sobre la composición corporal, la fuerza muscular y la calidad de vida en personas con cáncer. Los resultados mostraron que las intervenciones combinadas (ejercicio + nutrición) fueron más efectivas que cualquiera de las dos por separado para combatir el cáncer y mejorar significativamente la calidad de vida.

Beneficios del Ejercicio en la Prevención, el Tratamiento y la Recuperación del Cáncer

Numerosos estudios observacionales a gran escala han demostrado que la actividad física regular se asocia con una reducción del riesgo de desarrollar cáncer de mama, de colon, del endometrio, de próstata, de riñón y de vejiga, con estimaciones que oscilan entre el 20 % y el 40 % según el tipo de cáncer y la intensidad del ejercicio.

Durante el tratamiento, el ejercicio cumple un rol activo en mejorar la tolerancia y mitigar efectos secundarios. Se ha documentado su capacidad para:

  • Reducir la fatiga relacionada con el cáncer (CRF).
  • Mejorar la masa muscular y la funcionalidad física.
  • Disminuir síntomas como náuseas, dolor y pérdida de apetito.
  • Preservar la independencia y la calidad de vida.

A nivel molecular, el ejercicio modula mediadores inflamatorios como IL-6, TNF-α y CRP, reduce la actividad del eje IGF-1, y estimula la liberación de mioquinas con acción antiinflamatoria, creando un entorno menos favorable para la proliferación tumoral.

Además, se ha documentado que, en personas con cáncer de mama, colon y próstata, los niveles más altos de actividad física se asocian con una reducción de hasta un 30 % en la recurrencia tumoral y hasta un 44 % en la mortalidad por cáncer.

Mecanismos Fisiológicos del Ejercicio en el Entorno tumoral

El ejercicio ejerce un impacto directo e indirecto sobre el microambiente tumoral. Entre los mecanismos más destacados se encuentran:

  • Mejora de la oxigenación tisular, lo que podría aumentar la eficacia de la quimioterapia y radioterapia.
  • Estimulación de la inmunidad innata y adaptativa, mediante el aumento de células NK y linfocitos T citotóxicos.
  • Reducción del estrés oxidativo y mejora de la función mitocondrial.
  • Regulación de rutas metabólicas clave como AMPK, PGC-1α y p53.

Estos efectos no solo ayudan a contrarrestar la progresión tumoral, sino que también contribuyen a proteger los tejidos sanos y mitigar los efectos colaterales del tratamiento.

Esquema fisiológico global de sinergia entre ejercicio y nutrición para personas con cáncer

Prescripción del Ejercicio y Nutrición para Personas con Cáncer

Enfoque Individualizado: Principio Fundamental:

La prescripción de ejercicio en personas con cáncer no puede seguir un modelo único para todos. Las recomendaciones deben adaptarse según el tipo y estadio del cáncer, el tratamiento recibido, los efectos secundarios presentes y el nivel de condición física del paciente.

Sin embargo, las guías clínicas y los estudios más recientes coinciden en que el ejercicio es seguro en la mayoría de los casos, pero su implementación debe considerar la supervisión profesional, especialmente durante los tratamientos activos o en casos de cáncer avanzado.

Mioquinas e Irisina: El Músculo Como Órgano Endocrino con Acción Antitumoral

El tejido muscular esquelético no solo cumple funciones mecánicas y metabólicas, sino que también actúa como un órgano endocrino capaz de secretar proteínas bioactivas conocidas como mioquinas. Estas moléculas son liberadas en respuesta al ejercicio físico y han demostrado efectos inmunomoduladores, antiinflamatorios, antitumorales y protectores frente a efectos adversos del tratamiento oncológico.

Irisina: Potencial Antitumoral y Protector Frente a Tratamientos:

Una de las mioquinas más estudiadas en este contexto es la irisina, producida a partir del gen FNDC5 tras la activación de la vía PGC-1α inducida por el ejercicio. La irisina ha mostrado un papel importante en la modulación del microambiente tumoral. Estudios recientes indican que puede inhibir la invasión y metástasis de células tumorales en modelos de melanoma, regulando negativamente moléculas como MMP-2, MMP-9 y uPAR.

Además, investigaciones in vitro utilizando células de cáncer de mama han demostrado que el ejercicio, incluso mediante estimulación eléctrica (WB-EMS), promueve la liberación de mioquinas como CXCL1, IL-10 y CCL4, capaces de inducir apoptosis tumoral vía caspasas 3/7 y reducir la viabilidad de las células cancerosas.

La irisina también ha sido estudiada por su efecto cardioprotector frente a la toxicidad inducida por quimioterapia (doxorrubicina), mediante la reducción del daño oxidativo en los cardiomiocitos y la activación de mecanismos de reparación celular dependientes e independientes de especies reactivas de oxígeno (ROS).

Estos hallazgos refuerzan el concepto de que el músculo en movimiento es un actor activo en la lucha contra el cáncer, no solo por su efecto sobre la masa corporal y la funcionalidad, sino también como órgano secretor de sustancias con potencial terapéutico.

Tipo de Ejercicio Recomendado para Personas con Cáncer

Diversas investigaciones en ejercicio y nutrición para personas con cáncer han demostrado que la combinación de entrenamiento aeróbico y de fuerza no solo mejora la capacidad funcional, sino que también optimiza la composición corporal y la calidad de vida.

  • Ejercicio aeróbico: Caminar, andar en bicicleta, nadar, trotar suave o utilizar máquinas cardiovasculares. Mejora la capacidad cardiorrespiratoria, regula el metabolismo y reduce la fatiga.
  • Entrenamiento de fuerza: Ejercicios con peso corporal, bandas elásticas, pesas libres o máquinas de resistencia. Preserva o aumenta la masa muscular, mejora la funcionalidad y reduce el riesgo de caídas y sarcopenia.
  • Otras modalidades: Asimismo, el entrenamiento con fines de movilidad, flexibilidad o equilibrio también puede incorporarse en pacientes con deterioro funcional, especialmente en mayores de 65 años o con metástasis óseas.

Dosis, Frecuencia e Intensidad de Entrenamiento para Personas con Cáncer

Los datos recopilados de metaanálisis y revisiones sistemáticas recientes permiten establecer rangos seguros y efectivos para la mayoría de las personas con cáncer:

Los estudios muestran que estos programas generan mejoras significativas en la fatiga relacionada con el cáncer, la fuerza muscular, la masa libre de grasa, el estado funcional y los marcadores de calidad de vida.

Además, la guía clínica de la American Society of Clinical Oncology (ASCO) recomienda firmemente la incorporación de ejercicio aeróbico y de fuerza durante el tratamiento activo del cáncer con intención curativa. Esta recomendación se basa en una revisión sistemática de más de 40 estudios controlados que demuestran beneficios consistentes sobre la fatiga, la fuerza muscular, el consumo máximo de oxígeno (VO₂ máx.), el sueño y los síntomas depresivos, sin incremento significativo de eventos adversos. En particular, un metaanálisis reportó una reducción moderada de la fatiga (SMD = –0.52; IC 95%: –0.70 a –0.34). Esto refuerza la seguridad y eficacia del ejercicio incluso durante quimioterapia o radioterapia.

Asimismo, se recomienda la evaluación periódica de la fuerza de la prensión del agarre manual (grip strength) como un biomarcador funcional complementario, ya que se ha asociado con el estado nutricional, la masa muscular y la evolución clínica en personas con cáncer, lo que permite monitorear cambios en la funcionalidad y ajustar el plan de ejercicio según la respuesta individual.

Recomendaciones de ejercicio para personas con cáncer

Nutrición en el Cáncer: Fundamentos Científicos

La Importancia del Estado Nutricional en Oncología:

La desnutrición y la pérdida de masa muscular son condiciones frecuentes en personas con cáncer y representan un factor pronóstico negativo que afecta la tolerancia al tratamiento, la funcionalidad física y la supervivencia. Se estima que hasta un 60 % de los pacientes oncológicos experimenta algún grado de malnutrición, siendo especialmente crítico en aquellos que atraviesan tratamientos agresivos o presentan tumores gastrointestinales.

El mantenimiento de un buen estado nutricional no solo contribuye a sostener la calidad de vida, sino que también puede mejorar la respuesta inmunológica, reducir complicaciones infecciosas y facilitar la recuperación post-tratamiento.

Alteraciones Metabólicas en el Cáncer

El metabolismo tumoral genera un entorno catabólico caracterizado por:

  • Aumento de la degradación de proteínas musculares (sarcopenia y caquexia).
  • Disminución del apetito (anorexia inducida por citoquinas proinflamatorias).
  • Resistencia a la insulina y alteración del metabolismo de la glucosa.
  • Estrés oxidativo y alteración mitocondrial.

Estas alteraciones justifican una intervención nutricional proactiva, incluso en estadios tempranos del tratamiento.

Modulación de Vías Metabólicas Relacionadas con el Cáncer

La nutrición adecuada impacta directamente en rutas metabólicas implicadas en la progresión tumoral y en la respuesta al tratamiento, como:

  • mTOR y AMPK, que regulan el crecimiento celular y la síntesis proteica.
  • NF-κB y COX-2, involucradas en inflamación crónica y proliferación tumoral.
  • IGF-1, relacionado con riesgo de recurrencia y menor supervivencia.

Por lo tanto, este conocimiento fundamenta la aplicación de estrategias nutricionales específicas y no genéricas, que deben ser ajustadas clínicamente a cada caso.

Rutas metabólicas en el ejercicio y nutrición para personas con cáncer

Recomendaciones Nutricionales Aplicables a Personas con Cáncer

Ingesta Proteica Óptima

Las estrategias de ejercicio y nutrición para personas con cáncer deben garantizar un aporte adecuado de proteínas, especialmente durante el tratamiento activo o en casos de pérdida de masa muscular. La literatura científica recomienda entre 1.2 y 2.0 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal por día. Esta cantidad debe ajustarse según el estado clínico, el nivel de actividad física y la presencia de caquexia o sarcopenia.

Por ejemplo, este aporte puede lograrse mediante alimentos ricos en proteínas de alto valor biológico (huevo, pescado, carne magra, legumbres combinadas) o complementarse con suplementos proteicos en polvo, especialmente en pacientes con anorexia o baja ingesta espontánea.

Grasas: Suplementación con Omega-3

Los ácidos grasos omega-3, particularmente el EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico), han mostrado efectos positivos en la preservación de la masa magra, modulación de la inflamación y mejora del estado nutricional general.

Se ha utilizado con éxito una dosis de entre 2 y 3 gramos diarios combinados de EPA + DHA, preferentemente bajo supervisión médica o nutricional.

Pueden ser administrados mediante suplementos de aceite de pescado, microalgas (alternativa vegetal) o productos nutricionales especializados.

Carbohidratos:

Aunque no deben eliminarse, se sugiere priorizar fuentes de bajo índice glucémico y de baja carga glucémica para evitar picos hiperglucémicos y picos de insulina, dado que muchas células tumorales dependen en gran medida de la glucólisis rápida de forma óxigeno independiente, (conocida habitualmente como glucólisis anaeróbica) para su crecimiento (efecto Warburg).

Apoyo con Micronutrientes y Compuestos Bioactivos

Vitamina D3:

Se recomienda mantener niveles séricos adecuados (idealmente entre 30 y 50 ng/mL). Si hay deficiencia confirmada, se puede utilizar suplementación oral en dosis de 1000 a 4000 UI/día, según indicación profesional.

Además, en contextos clínicos seleccionados —como pacientes oncológicos con deficiencia severa o requerimientos aumentados— algunos ensayos (como Giustina et al., 2020) han utilizado dosis más elevadas de forma temporal (entre 5000 y 10.000 UI/día) para alcanzar niveles óptimos de 25(OH)D (>30–40 ng/mL), siempre con monitorización de los niveles plasmáticos y supervisión médica especializada

Cúrcuma:

Los polifenoles y antioxidantes naturales: Presentes en alimentos como frutos rojos, té verde, cúrcuma o cacao, contribuyen a reducir la inflamación sistémica y pueden interferir positivamente con la progresión tumoral.

Se ha empleado en dosis de 500 a 2000 mg/día de Curcumina , con efectos antioxidantes, antiinflamatorios y antiproliferativos. Su biodisponibilidad mejora al combinarse con piperina (extracto de pimienta negra).

Megadosis de Vitamina C Intravenosa:

Como parte de las estrategias integrativas de ejercicio y nutrición para personas con cáncer, se han estudiado los efectos de la Vitamina C en dosis farmacológicas (≥1 g/kg o 75 g por sesión) administrada por vía intravenosa como adyuvante en el tratamiento del cáncer. Su mecanismo difiere del antioxidante habitual: en dosis elevadas actúa como prooxidante en el entorno tumoral, generando estrés oxidativo selectivo en células cancerosas sin dañar a las células sanas.

Ensayos clínicos en cáncer pancreático y de pulmón han mostrado mejoras en la respuesta terapéutica y la sobrevida cuando se combina con quimioterapia, sin aumentar los efectos adversos. Aunque prometedor, su uso debe realizarse exclusivamente bajo supervisión médica especializada.

Enfoques Especiales: Dieta Cetogénica, Restricción Calórica y Ayuno

Aunque aún se encuentran en fase de investigación, ciertos enfoques metabólicos han mostrado efectos prometedores:

Dieta Cetogénica (KD):

Usada experimentalmente en combinación con tratamientos oncológicos, con proporciones de macronutrientes 4:1 (grasas: proteínas y carbohidratos). Puede reducir la disponibilidad de glucosa para el tumor y favorecer la cetosis terapéutica.

Ayuno Intermitente o Ayuno Breve Pre-Quimioterapia:

Períodos de 24 a 48 horas previos a sesiones de quimioterapia pueden reducir efectos adversos y aumentar la eficacia del tratamiento, aunque no es una estrategia indicada en todos los casos ni exenta de riesgos.

Estos enfoques deben ser evaluados caso por caso, y su implementación exige seguimiento médico y nutricional especializado.

Conclusión: Mayor Impacto Cuando se Combina Ejercicio y Nutrición para Personas con Cáncer

Tanto el ejercicio como una nutrición adecuada han demostrado beneficios individuales en el tratamiento y la recuperación del cáncer. Sin embargo, cuando se aplican de manera combinada y coordinada, los efectos son considerablemente superiores. En consecuencia, esta sinergia ha sido confirmada por múltiples revisiones sistemáticas y metaanálisis que compararon intervenciones aisladas frente a estrategias integradas.

Es esencial que las recomendaciones se individualicen según el tipo de cáncer, el estadio de la enfermedad, el tratamiento recibido y las condiciones físicas y nutricionales de cada persona. Asimismo, la supervisión por parte de profesionales especializados en ejercicio y nutrición para personas con cáncer es clave para lograr resultados efectivos y evitar riesgos innecesarios.

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